miércoles, 28 de diciembre de 2011

REFERENCIA A LA DAMA DEL ALBA EN INGLÉS

LA DAMA DEL ALBA (fragmento del acto tercero)

La peregrina y Los niños.

ANDRÉS: Pero hoy no es noche de dormir. ¡Es la fiesta de San Juan!
DORINA: ¿En los otros pueblos también encienden hogueras?
PEREGRINA: En todos.
FALÍN:¿Porqué?
PEREGRINA: En honor del sol. Es el día más largo del año, y la noche más corta.
FALÍN: Y el agua, ¿No es la misma de todos los días?.
PEREGRINA: Parece; pero no es la misma.
ANDRÉS: Dicen que bañando las ovejas a medianoche se libran de los lobos.
DORINA: Y la moza que coge la flor del agua al amanecer se casa dentro del año.
FALÍN: ¿Por qué es milagrosa el agua esta noche?
PEREGRINA: Porque es la fiesta del Bautista. En un día como éste bautizaron a Cristo.
DORINA: Yo lo he visto en un libro: San Juan lleva una piel de ciervo alrededor de la cintura, y el
Señor está metido hasta las rodillas en d mar.
ANDRÉS: ¡En un río!.
DORINA: Es igual.
ANDRÉS: No es igual. El mar es cuando hay una orilla; el río, cuando hay dos.
FALÍN: Pero eso fue hace mucho tiempo, y lejos. No fue en el agua de aquí.
PEREGRINA: Esta noche todos los ríos del mundo llevan una gota del Jordán. Por eso es milagrosa el agua.
Texto 2: Acto cuarto: Telva y las Sanjuaneras.
TELVA: (...) ¡Todo el año hilando para lucir una noche!
SANJUANERA 3": Lástima que sea la más corta del año.
SANJUANERA 4": Bien lo dice el cantar:
Ya vino San Juan Verde,
Ya vino y ya se vuelve...
SANJUANERA 1": Pero mientras viene y se va cada hora puede traer un milagro.
TELVA: Ojo, que algunos los hace el diablo y hay que llorarlos después.
SANJUANERA 3
a
: ¡Quién piensa en llorar un día como este! ¿Usted no fue nunca moza?
TELVA: Porque lo fui lo digo. El fuego encandila el sentido, la gaita rebrinca por dentro como un
vino fuerte..., y luego es peligroso perderse por los maizales calientes de luna.
SANJUANERA 1*: Alegría es lo que pide el Santo. Al que no canta esta noche no lo miran tus ojos.
SANJUANERA 2": Yo ya he puesto al sereno la sal para las vacas. Dándosela con el orvallo del
amanecer siempre paren hembras.
SANJUANERA 3": Yo he tendido la camisa al rocío para que me traiga amores y me libre del mal.
SANJUANERA 1*: Y yo tiraré todos mis alfileres al agua al rayar el alba;
por cada uno que flota hay un año feliz.
TELVA: Demasiados milagros para una sola noche. Este año, por marzo, hubo en la aldea cuatro
bautizos.
SANJUANERA I: ¿Y eso que tiene que ver?
TELVA: San Juan cae en Junio. ¿Sabes contar moza?
SANJUANERA 2 : Miren la vieja maliciosa con lo que sale...


martes, 27 de diciembre de 2011

LA DAMA DEL ALBA (fragmento)

Abuelo: Mírame a los ojos y atrévete a decir que no me conoces. ¿Recuerdas el día que explotó el grisú en la mina? También yo estaba allí, con el derrumbe sobre el pecho y el humo agrio en la garganta. Creíste que había llegado mi hora y te acercaste demasiado. ¡Cuando, al fin, entró el aire limpio, ya había visto tu cara pálida y había sentido tus manos de hielo! Peregrina (Serenamente.): Lo esperaba. Los que me han visto una vez no me olvidan nunca… Abuelo: ¿A qué aguardas ahora?, ¿Quiéres que grite tu nombre por el pueblo para que te persigan los mastines y las piedras? Peregrina: No lo harás. Sería inútil. Abuelo: Creíste que podías engañarme, ¿eh? Soy ya muy viejo, y he pensado mucho en ti. Peregrina: No seas orgulloso, abuelo. El perro no piensa y me conoció antes que tú. (Se oye una campanada en el reloj. La Peregrina lo mira sobresaltada.) ¿Qué hora da ese reloj? Abuelo: Las nueve y media. Peregrina (desesperada.): ¿ Por qué no me despertaron a tiempo? ¿Quién me ligó con dulces hilos que no había sentido nunca? (Vencida.) Lo estaba temiendo y no pude evitarlo. Ahora ya es tarde. Abuelo: Bendito el sueño que te ató los ojos y las manos. Peregrina: Tus nietos tuvieron la culpa. Me contagiaron su vida un momento, y hasta me hicieron soñar que tenía un corazón caliente. Sólo un niño podía realizar tal milagro. Abuelo: Mal pensabas pagar el amor con que te recibieron. ¡Y pensar que han estado jugando contigo! Peregrina: Bah!, Los niños juegan tantas veces con la muerte sin saberlo. Abuelo: ¿A quién venías a buscar? (Poniéndose ante la escalera.) Si es a ellos tendrás que pasar por encima de mí. Peregrina: ¡Quién piensa en tus nietos, tan débiles aún! ¡Era un torrente de vida lo que me esperaba esta noche!

La dama del alba (fragmento)

PEREGRINA. -Ayer no sabías aún que estabas enamorada...
ADELA. -¿Es esto el amor?
PEREGRINA. - No, eso es el miedo de perderlo. El amor es lo que sentías hasta
ahora sin saberlo. Ese travieso misterio que os llena la sangre de alfileres y la garganta
de pájaros.
ADELA. - ¿Por qué lo pintan tan feliz si duele tanto? ¿Usted lo ha sentido alguna vez?
PEREGRINA. - Nunca. Pero casi siempre estamos juntos. ¡Y como os envidio a las
que podéis sentir ese dolor que se ciñe a la carne como un cinturón de clavos pero
que ninguna quisiera arrancarse!
ADELA. - El mío es peor. Es como una quemadura en las raíces..., como un grito
enterrado que no encuentra salida.
PEREGRINA. - Quizá. Yo del amor no conozco más que las palabras que tienen
alrededor y ni siquiera todas. Sé que por las tardes, bajo los castaños, tiene dulces
las manos y una voz tranquila. Pero a mí sólo me toca oír las palabras desesperadas
y últimas. Las que piensan con los ojos fijos las muchachas abandonadas cuando se
asoman a los puentes de niebla..., las que se dicen dos bocas crispadas sobre la
misma almohada cuando la habitación empieza a llenarse con el olor del gas...
Las que estabas pensando tú en voz alta hace un momento.

LA DAMA DEL ALBA (fragmento del primer acto)

ACTO PRIMERO

En un lugar de las Asturias de España. Sin tiempo. Planta baja de una casa de labranza que trasluce limpio bienestar. Sólida arquitectura de piedra encalada y maderas nobles. Al fondo, amplio porton y ventana sobre el campo. A la derecha, arranque de escalera que conduce a las habitaciones altas, y en primer término del mismo lado salida al corral. A la izquierda, entrada a la cocina, y en primer término la gran chimenea de leña ornada en lejas y vasares1 con lozas campesinas y el rebrillo rojo y ocre de los cobres. Apoyada en la pared de fondo, una guadaña. Rústicos muebles de nogal y un viejo reloj de pared. Sobre el suelo, gruesas esteras de soga. Es de noche. Luz de quinqué.

(LA MADRE, el ABUELO y los nietos, ANDRÉS, DORINA y FALÍN2 terminan de cenar. TELVA3 , vieja criada, atiende a la mesa.)

ABUELO.— (Partiendo el pan) Todavía está caliente la hogaza. Huele a ginesta4 en flor.
TELVA.— Ginesta y sarmiento seco; no hay leña mejor para caldear el horno. ¿Y qué me dice de ese color de oro? Es el último candeal de la solana.
ABUELO.— La harina es buena, pero tú la ayudas. Tienes unas manos pensadas por Dios para hacer pan.
TELVA.—¿Y las hojuelas de azucar? ¿Y la torrija de huevo?5 Por el invierno bien que le gusta mojada en vino caliente. (Mira a la MADRE, que está de codos en la mesa, como ausente.) ¿No va a cenar nada, mi ama?
MADRE.— Nada.

(TELVA suspira resignada. Pone leche en las escudillas de los niños.)

FALÍN.— ¿Puedo migar6 sopas en la leche?
ANDRÉS.— Y yo ¿puedo traer el gato a comer conmigo en la mesa?
DORINA.— El sitio del gato es la cocina. Siempre tiene las patas sucias de ceniza.
ANDRÉS.— ¿Y a ti quién te mete? El gato es mio.
DORINA.— Pero el mantel lo lavo yo.
ABUELO.— Hazle caso a tu hermana.
ANDRÉS.— ¿Por qué? Soy mayor que ella.
ABUELO.— Pero ella es mujer.
ANDRÉS.— ¡Siempre igual! Al gato le gusta comer en la mesa y no dejan; a mi me gusta comer en el suelo y tampoco.
TELVA.— Cuándo seas mayor mandarás en tu casa, galán6bis.
ANDRÉS.— Sí, sí; todos los años dices lo mismo.
FALÍN.— ¿Cuándo somo mayores, abuelo?
ABUELO.— Pronto. Cuando sepáis leer y escribir.
ANDRÉS.— Pero si no nos mandan a la escuela no aprenderemos nunca.
ABUELO.— (A la MADRE.) Los niños tienen razón. Son ya crecidos. Deben ir a la escuela.
MADRE.— (Como una obsesión.) ¡No irán! Para ir a la escuela hay que pasar el río… No quiero que mis hijos se acerquen al río.
DORINA.— Todos los otros van. Y las chicas también. ¿Por qué no podemos nosotros pasar el río?
MADRE.— Ójala nadie de esta casa se hubiera acercado a él.
TELVA.— Basta; de esas cosas no se habla. (A DORINA, mientras recoge las escudillas.) ¿No querías hacer una torta de maíz? El horno ya se estará enfriando.
ANDRÉS.— (Levantándose, gozoso de hacer algo.) Lo pondremos al rojo otra vez. ¡Yo te ayudo!
FALÍN.— ¡Y yo!
DORINA.— ¿Puedo ponerle un poco de miel encima?
TELVA.— Y abajo una hoja de higuera para que no se pegue al rescoldo. Tienes que ir aprendiendo. Pronto serás mujer… y eres la única de la casa. (Sale con ellos hacia la cocina.)

(MADRE y ABUELO)

ABUELO.— No debieras hablar de eso delante de los pequelos. Están respirando siempre un aire de angustia que no los deja vivir.
MADRE.— Era su hermana. No quiero que la olviden.
ABUELO.— Pero ellos necesitan correr alsol y reír a gritos. Un niño que está quieto no es un niño.
MADRE.— Por lo menos a mi lado están seguros.
ABUELO.— No tengas miedo; la desgracia no se repite nunca en el mismo sitio. No pienses más.
MADRE.— ¿Haces tú otra cosa? Aunque no la nombres , yo sé en que estás pensando cuando te quedas horas en silencio, y se te apaga el cigarro en la boca.
ABUELO.— ¿De que vale mirar atrás? Lo que pasó, pasó y la vida sigue. Tienes una casa que debe volver a ser feliz como antes.
MADRE.— Antes era fácil ser feliz. estaba aquí Angélica; y donde ella ponía la mano todo era alegría.
ABUELO.— Te quedan los otros tres. Piensa en ellos.
MADRE.— Hoy no puedo pensar más que en Angélica; es su día. Fue una noche como ésta. Hace cuatro años.
ABUELO.— Cuatro años ya…

(Pensativo se sienta a liar un cigarrillo junto al fuego. Entra del corral el mozo del molino, sonriente, con una rosa que, al salir, se pone en la oreja.)

QUICO.— Buena noche de luna para viajar. Ya está ensillada la yegua.
MADRE.— (Levanta la cabeza.) ¿Ensillada? ¿Quién te lo mandó?
ABUELO.— Yo.
MADRE.— ¿Y a ti, quién?
ABUELO.— Martín7 quiere subir a la braña8 a apartar él mismo los novillos para la feria.
MADRE.— ¿Tenía que ser precisamente hoy? Una noche como ésta bien podría quedarse en casa.
ABUELO.— La feria es mañana.
MADRE.— (Como una queja.) Si él lo prefiere así, bien está.



  1. vasar, anaquel. Término propio de la región de Murcia.
  2. Rafaelín con la forma abreviada y la terminación diminutiva corrientes en Asturias.
  3. Forma reducida y familiar de Etelvina en Asturias.
  4. hiniesta, retama. “Ginesta” aunque el Dicc. Acad. no indica nada, es la castellanización del asturiano “xinesta”.
  5. Las primeras son los “feisuelos”; las segundas las “turrexas” en Asturias.
  6. Desmenuzar el pan en migas y también echarlas en un líquido.
  7. La elección de este nombre por Casona no parece casual. “Martín significa por antonomasia herrero, pues era el apelativo que se aplicaba a los hombres de este oficio.”
  8. En Asturias y Santander, “Pasto de verano, que po lo común está en la falda de algún montecillo donde hay agua y prado.”